Los números de la pandemia

Hace poco más de un año que empezó la pandemia, y con ello la implementación de algunos experimentos sociales que van a marcar a una generación completa por el resto de sus vidas. Teniendo en cuenta que todos estábamos en el mismo barco de incertidumbre, no es momento de juzgar las decisiones que se tomaron, sino de entender las repercusiones que pueden llegar a tener y- más importante aún- qué podemos hacer al respecto. 

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En Bellelli tenemos una práctica de llevar una evaluación constante de cada niño, este seguimiento se hace en las diferentes áreas de desarrollo y tomando en cuenta edades biológicas y cronológicas. Como investigadora, tener acceso a este histórico de evidencia es fascinante ya que es posible entender el efecto pandemia en nuestra población- que si bien es pequeña y no tiene relevancia científica por la falta de grupos de control y de limpieza de datos- es lo suficientemente interesante y válida como para crear discusiones al respecto. 

Cabe destacar que si la pandemia fuese un juego de cartas, los niños de la población Bellelli tuvieron la mejor mano: acceso a comida, seguridad física y emocional, algunos inclusive tuvieron la presencialidad de la escuela como un constante. Obviamente estuvieron expuestos a niveles de estrés tóxico, a miedos, a tristezas, pero su realidad general fue estable; es por esto que ver los resultados de las evaluaciones genera sentimientos de angustia reales... si esto es lo que le pasa a los niños que lo tuvieron todo, cómo es la situación del resto de los chicos, los que se vieron en otras situaciones. 

Por ejemplo, era nuestra práctica común el esperar que un 60-65% de nuestra población estuviese al menos 6 meses por encima de su edad en áreas como comunicación y resolución de problemas. Luego de la pandemia tenemos resultados de un 40% de nuestros niños al menos 6 meses por debajo de su edad en estas mismas áreas, esto quiere decir que en términos generales la afectación fue de un 100% en estas dos áreas. Algunas de las áreas más afectadas, por ejemplo, han sido la capacidad de negociar o la disposición a resolver problemas en conjunto. 

La importancia de tener estos datos no es contar con un número de connotaciones apocalípticas (ni generar miedos), sino el poder tomar decisiones educadas basadas en hechos y no en suposiciones. Estos números nos guían hacia el entender qué sigue, qué debemos hacer, cómo apoyamos a estos chicos a los que les tocó encerrarse por un año, los que se tuvieron que poner mascarillas (y las limitantes que esto puede tener en cuanto a oxigenación y socialización), los que se limitaron del tan necesario abrazo de los abuelos, de las idas al mercado, el ver una caras, sonrisas y gestos. De nuestra parte se han implementado algunas estrategias como el apoyo de parte de terapeutas de lenguaje para todos los salones, el uso de mascarillas con transparencia para que los chicos puedan ver la articulación de sonidos, pero también para que conozcan la sonrisa de su maestra; hemos estado enfocándonos mucho más en el juego, tiempo en la naturaleza, en los amigos, en hablar…. Y la pedagogía entra en todo esto, pero no es lo más importante en medio de una pandemia. 

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Entonces nos preguntamos: ¿cuáles son los números de la pandemia del resto de los niños?, ¿sabemos la afectación?, ¿se usa esta evidencia para saber cómo apoyarlos? Nos preguntamos sobre las escuelas que han decidido conectar a sus niños por horas frente a una pantalla (a pesar de todo lo que se sabe sobre el uso prolongado de las mismas y la capacidad de retentiva limitada que ofrecen). Nos preguntamos sobre las decisiones de los gobiernos de abrir bares y cerrar parques, ¿cómo se toman esas decisiones?, ¿quién las apoya? 

Nuestra invitación es a poder buscar respuesta a estas preguntas, entender que cada decisión que se toma por los niños tiene efectos generacionales. Nuestra invitación es a cuestionar el status quo y a abogar por el sentido común. Si no hay evidencia no hay certeza; en la educación es muy importante la evaluación cualitativa, sin embargo, hay momentos en los que se tiene que poder cuantificar nuestro impacto y nunca esto ha sido tan importante como ahora.