En las familias: es importante que brindemos tiempo libre a los niños para jugar, MUCHO tiempo libre. Más que muchas clases extra en la tarde, los niños deben estar jugando. Idealmente que ese tiempo sea en la naturaleza o en la calle con otros niños. Pueden ofrecerle a los niños material simple para el juego como: cajas, telas, almohadones, canastas, mesas, etc. Una gran tarea como familias es informar a otras familias sobre la importancia del juego en los niños y sus beneficios físicos, socio-emocionales, y cognitivos.
En las escuelas: es vital que los niños tengan tiempo libre para jugar, para inventar, para crear sus propios juegos, sus propias historias, partiendo de la diversidad. Las escuelas deberían tener una bandera que simbolice que en esos espacios los niños aprenden jugando, que es así como conocen el mundo, lo interpretan y dejan su huella. En el juego los niños conectan saberes, preguntas, propuestas, emociones, por eso no son menos importante que una materia regular de la escuela, sino que es la columna vertebral.
Las escuelas deben velar porque el derecho al juego sea conocido por todos y sea respetado por todos, sin importar la edad de los niños. Hay muchas investigaciones muy poderosas sobre el poder del juego que deben ser socializadas con padres, madres de familia y administrativos. Por lo tanto, así como celebran fechas históricas importantes, deberíamos celebrar todos los días: al niño que juega.
En los barrios: entre más vecinos tomen el espacio público, hagan presencia en éste, más niños tendrán oportunidad de jugar de manera segura en sus barrios. Las calles, las aceras, las cuestas, los escondites, los postes, etc. todos estos son espacios interesantes para que se desarrolle el juego de los niños. Al jugar en estos espacios, los niños se apropian de ellos, los quieren, los cuidan y los disfrutan. Los vecinos, de manera organizada, pueden servir de guardianes de los niños del barrio, empezando con algunas personas, hasta generar un ambiente de socialización rico y diverso.
En los jardines, parques y otras áreas verdes: la naturaleza es el escenario idóneo para el juego del niño, lo envuelve en su magia y potencia su creatividad. Llevar a los niños a los espacios verdes es brindarles una oportunidad de juego ilimitado, de asombro y de amor por los seres vivos. Permitamos a los niños vivir los recorridos en la naturaleza de manera libre, a su ritmo, a su manera, siempre con mucho respeto a cuidarla. Es nuestra responsabilidad como adultos cuidar estos espacios, para que los niños puedan seguir disfrutando de estos.
El juego como estrategia sanadora: en momentos de crisis, el juego le permite al niño conectar consigo mismo, estar presente y por lo tanto, sobrellevar situaciones difíciles y tratar de entenderlas para sentirse mejor. Al ofrecerle espacios de juego al niño, le estamos brindando herramientas para ser más resilientes, compasivos y empáticos. Además, para comunicar sus emociones y pensamientos. Depende de los adultos sensibles escuchar atentamente, no para resolverles, sino para acompañarlos.
“Todos los aprendizajes más importantes de la vida se hacen jugando en la primera etapa de vida (de 0 a 6 años). De aquí la importancia del juego en estas edades y el permitirles explorar en libertad.”