La cotidianidad está cargada de infinitos aprendizajes para la vida, de hecho cada momento en interacción con otro, es una oportunidad para que el niño se conozca más y a la vez, conozca la reacción en el otro. Cambiar nuestra imagen de escuela meramente académica y competitiva por una escuela de relaciones, de aprendizajes sociales, de resolución de problemas, de empatía, es una tarea de docentes y familias. Juntos debemos tomar consciencia de a qué le damos valor y qué estamos comunicando. Así como da una gran emoción decir: “mi hija ya se sabe los colores, números o su letra inicial, deberíamos alegrarnos de igual forma o más para decir: “mi hija ya logra anticipar la reacción del otro y actuar respetando esa respuesta" o "mi hijo acompaña empáticamente a sus compañeros cuando lo necesitan".
En este artículo nos interesa hacer énfasis en un momento cotidiano de mucho valor y hacer visible su gran potencial de aprendizaje: el encuentro de los niños y sus familiares a la salida de clases, principalmente durante el periodo de acogida. Acompañar a ambos en este momento, es para los educadores una oportunidad donde recibe mucha información valiosa sobre las familias, sus relaciones y por tanto, que puede llevarse para enriquecer su cotidianidad.
¿Cuáles son algunos aprendizajes para el niño o niña en el momento del re-encuentro con sus familiares?
- Emociones encontradas: en el encuentro del niño con el adulto (o los adultos) resaltan generalmente sentimientos relacionados con el hecho de que "me dejaste, me abandonaste, te fuiste, quería que te quedaras” pero a la vez con una emoción gigantesca de que "volviste, de felicidad, de reencontrarnos, de familiaridad," etc. Lograr sentir esta mezcla de emociones, llena al cuerpo de mucha energía y apoya el auto-conocimiento.
- “Me cumplieron la promesa”: muchas veces cuando las familias se despiden en la mañana, quedan con la promesa verbal a sus hijos de que volverán. Durante el día, sus maestras se lo recuerdan: "¿te acordás que tu papá dijo que ahora vuelve por vos?". En el encuentro al final de la mañana o tarde, pueden aprender entonces el valor de la palabra y de la confianza que existe en el otro de que va a cumplir lo que dijo. Les da seguridad saber que lo que les dicen, sucede realmente en algún momento. Además, que hay una buena relación y comunicación entre la familia y las maestras.
- Nociones temporales: en la cotidianidad, los niños aprenden sobre la rutina y los diferentes momentos que la conforman. El tiempo de llegada es claro para todos, luego viven una serie de eventos en una secuencia (juego en los salones, asamblea, merienda, jardín, experiencias variadas en el salón) y luego, el tiempo de salida. La vivencia rutinaria de estos momentos les da seguridad porque reconocen los pasos hasta llegar al final, incluso los grandes lo hacen con apoyo de un reloj. Al encuentro de los niños y sus familiares, los pequeños quieren contar de lo que vivieron: una historia muy personal de su cotidianidad o un elemento significativo que guardaron todo el día para darlo como regalo a sus padres.
- Estar presente: la importancia de estar presentes, principalmente los adultos, en ese momento de encuentro. Darle toda la atención que se merece ese tiempo y disfrutar plenamente al abrazo, el beso, las palabras de cariño, el llamado particular de cada familia, etc. El modelado que puede hacer el adulto de esa atención plena, es de muchísimo valor para el niño también.
Recuerde siempre que aprovechar estos momentos para hablar de las emociones es muy importante y procesarlas en conjunto es una lección para toda la vida. ¿Cuáles otros aprendizajes consideran de valor para este momento?