Uno de los retos más grandes del enfoque educativo de Reggio Emilia es que todo y todos están en relación, lo cual a la vez lo vuelve en lo más maravilloso de esta propuesta educativa. Al tener esta mirada de la educación, le damos valor al acto social de aprender, de interdependencia y de fortalecimiento de vínculos entre personas, espacios y materiales para el bien común.
En este artículo queremos enfocarnos en la importancia de las relaciones entre las personas y los espacios principalmente, pero más adelante les compartiremos cómo también la observación, la interpretación, la documentación y la proyectación por ejemplo también están conectadas y por qué debe ser de esta manera.
El niño viene al mundo para estar en relación y su aprendizaje se da gracias a la interacción con los otros. Inicia su vida como parte de un grupo familiar, un grupo comunitario y a la vez como ciudadano del mundo. Su individualidad le da valor al grupo. Esta misma vivencia la tienen los adultos y se da entre niños y adultos también.
La pedagogía de relaciones da más valor entonces al grupo que al individuo solo, ya que éste siempre está en relación. Esta forma de visualizar los procesos educativos nos acerca más al potencial que tienen los niños de aprender entre ellos, de apoyarse, de acercarse a las ideas de los otros, confrontarlas y enriquecerlas. La relación del adulto entonces no es de 1 a 12 ó 20, sino que todos son parte de un grupo y todos aprenden de todos. Juega un rol muy importante aquí los niños más grandes y los pequeños que comparten en un mismo grupo ya que entre ellos logran modelar, apoyar y hacer que todo fluya desde la horizontalidad.
Continuamente los proyectos educativos transformadores buscamos conectar a los niños con el mundo real y este sin duda requiere que desde pequeños aprendamos y practiquemos habilidades y valores de convivencia como: escucha, respeto, trabajo en grupo, diversidad, resolución de problemas reales, entre otros. Solo así podemos resolver las problemáticas tan fuertes que estamos viviendo y debemos solucionar, como ciudadanos tolerantes. Al personalizar el aprendizaje, se pierde de la oportunidad de aprender de y con los otros y a largo plazo es más complicado insertarse a grupos donde lo que prevalece es la colaboración a partir de las diferencias.
Con el equipo de un centro educativo también es importante el trabajo en relación, entre las maestras, pedagogas, atelieristas y cocineras, ya que si trabajamos de manera separada vemos al niño de esa misma manera. Si en cambio trabajamos en colaboración, nos enriquecemos de las distintas miradas, aportes y experiencias, lo cual es mucho mejor para todos.
Cuando hablamos de una pedagogía de relaciones no hablamos solamente de los niños y adultos, sino también del diálogo constante con los espacios, los cuales deben ser muy diversos entre sí e igualmente basados en respeto. En nuestro caso, buscamos siempre una relación continua con la naturaleza, ya que tiene beneficios físicos, emocionales, espirituales y cognitivos.