La educación para mí debe ser honesta, transparente y centrada en el amor. Soy maestra desde hace 13 años y puedo asegurar que cada año que pasa soy más segura de lo que hago, más completa y más madura.
El paso por la educación tradicional dejó en mí una huella indeleble y sí, al convertirme en una maestra reggiana me encontré con muchos retos, pero también se me abrió un mundo lleno de posibilidades. No sólo aprendí a valorar el potencial de los niños, sino que también me di la oportunidad de descubrirme como una maestra única: con mucho que aprender, crecer, pero sobre todo, dar.
Creo en el poder de exponerse y tomar retos constantemente. Además, creo y defiendo el derecho a equivocarse. Los niños me demuestran a diario que la mejor manera de aprender es tomando riesgos y levantándose cuando han caído, corrigiendo sus errores para poder tener éxitos, y aprendiendo del ejemplo de los demás.
Los errores son normalmente vistos como fracasos y no hay nada más equivocado que esto. Los fallos son muestras de crecimiento y potencial. El aceptarlos da paso a la corrección y la exploración de nuevas ideas que nos proporcionen un resultado diferente a una situación específica. Por consiguiente, son necesarios para seguir aprendiendo y avanzando.
Hay un ejemplo en mi experiencia que ilustra muy bien este tipo de aprendizaje por medio del error. El enfoque Reggio Emilia tiene como uno de sus pilares el permitir que los chicos aprendan por medio de sus intereses y que sean ellos quienes lideren y marquen el camino a seguir dentro de los proyectos. Sin embargo, en mis primeros años como maestra Reggiana me equivoqué mucho al tratar de imponer mi punto de vista, sin darle a los niños el tiempo necesario para que propusieran y desarrollaran sus ideas. Esto me hizo entender que, aunque los chicos se divirtieron y aprendieron mucho, los proyectos fueron en gran parte liderados por las maestras. Es un reto muy grande el saber en qué momento involucrarse o alejarse del juego de los chicos, soy consciente de ello, por eso cada día me esfuerzo en dejar que sean ellos quienes me guíen y me enseñen, teniendo en cuenta que lo más probable es que me equivoque y de ello aprenda algo nuevo.
Me gustaría que cada vez más personas se animen a equivocarse, a plantearse nuevos retos y a jugársela con todo. Así como los chicos hacen diariamente, agregándole además una pizca de valentía y felicidad.
Sobre la autora:
Guadalupe Chaves es Master en Educación Familiar de la Universidad Complutense, España. Además, tiene una licenciatura en Educación Inicial con especialidad en Educación Parvularia, El Salvador. Ha participado en diversos grupos de profundización del enfoque de Reggio Emilia, entre ellos: Conferencia Anual sobre Reggio Emilia en Colombia 2015 y 2016; el I Congreso Internacional Infancia Visible: soñar y actuar inspirados en Reggio Emilia organizado por Bellelli y Universidad Lasalle; y el grupo de profundización sobre el Atelier en Reggio Emilia en el 2017.
Trabajó como maestra de educación inicial y primer grado en El Salvador durante 11 años con diversas metodologías de aprendizaje. Lupe actualmente es maestra de Espiral 2 y se ha especializado en preparar a los chicos a la transición a la escuela.