Foto del 2019
Cuando iniciamos Bellelli en el 2014 nos dijo una directora de otra escuela que estábamos locas de dejar entrar a las familias en cualquier momento del día con nuestra política de puertas abiertas. Más adelante también nos decía que uno como escuela educa a los niños y no a los padres. En ese momento nos generó muchas interrogantes porque nosotras teníamos una visión distinta, que podía ser muy romántica para ella, pero para nosotros era la forma de hacerlo. Esto por dos razones: 1) porque creíamos era lo correcto de hacer, era nuestro instinto, debe existir interdependencia y 2) porque hay infinidad de estudios que hablan de los beneficios para los niños de colaborar entre la familia y la escuela.
Una escuela que elige alejar a las familias de su cotidianidad, es una escuela que no le da valor a la triada: niños, escuela (educadores) y familia. Es además una decisión política y ciudadana sobre el tipo de relaciones que queremos que los niños aprendan y vivan.
Tomar este camino que elegimos en Bellelli de abrir las puertas a las familias tampoco es sencillo, pero requiere del centro educativo y los padres estarse evaluando y principalmente conectando con sus sentimientos y necesidades. Es una de nuestras tareas como adultos modelar a los niños buenas relaciones, de búsqueda del bien común, de manera asertiva. ¿Qué es básico en este tipo de relaciones? Tener confianza, poder ser respetuosos y tener claro que todos buscamos lo mejor para los niños.
Para nosotros siempre fue más humano, vulnerable y transparente cuando las familias podían entrar a Bellelli, porque podían ver por sí mismos los procesos, la cotidianidad y entender de manera más completa la experiencia de aprendizaje. Hay una mirada distinta del rol docente, las amistades de sus hijos, del entender que cada niño lleva su ritmo y tiene sus intereses. Nosotros como escuela, también podíamos entender mejor a los niños al ver su relación con sus padres. Podíamos leer con más profundidad las expectativas, miedos, deseos de los padres en relación con sus hijos, y esto nos ayuda al momento de relacionarnos con ambos. Tener a las familias cerca es sin duda, un aprendizaje para todos, una oportunidad de vivir una realidad y responsabilidad compartida. ¡Esperamos pronto volver a tener a las familias caminando por nuestros espacios y compartiendo con los niños!
Por ahora, el compromiso tanto de la escuela como de la familia es inventar nuevas formas de mantener ese espíritu de cercanía, de posibilidades de conexión, de compartir las experiencias vividas los fines de semana a través de historias. En fin, buscar mantener esas relaciones sanas como modelo para los niños.
Como escuela, este año además vamos a retomar los cursos de Comunicación No Violenta o Comunicación Empática, porque si los adultos que acompañan a los niños tienen estas herramientas, podemos darles un regalo de vida a los niños, quienes ya naturalmente son empáticos. ¡Les estaremos contando de este nuevo proceso que inicia con las maestras, sigue con los niños y esperamos que su impacto llegue a muchísimas familias!