Hoy más que nunca, me cuesta separar mi rol de mamá y de atelierista de Bellelli. Así, estas líneas las escribo desde la vulnerabilidad de mi hogar, intentando conectarme con otras mamás que como yo, estamos en este torbellino de emociones procurando ser el puerto seguro para nuestros hijos. -Valeria Rodríguez, atelierista Belleli.
Este blogpost originalmente trataba de 5 súper juguetes que tenemos en nuestra casa. Sin embargo, a medida que los días han ido transcurriendo, he sido testigo de cómo los chats y las redes se han inundado de ideas de actividades para entretener a los niños así como de ofertas de juguetes y material educativo. Este bombardeo de información me ha hecho reflexionar y a escuchar a mi hija desde otro lugar. No les traigo respuestas pero sí lugares cotidianos de asombro que he descubierto a su lado y que con suerte, les sirva a ustedes también.
Los libros de los adultos: Soy una apasionada de la lectura, es un amor que me heredaron mis padres. Cuando era niña crecí con una biblioteca llena de poesía y de literatura. Mi papá me orientaba sobre el momento adecuado para leer cada ejemplar. Incluso, recuerdo con cariño el día que pronunció un rotundo no al tomar entre mis manos el Lobo Estepario de Hesse: “Todo a su tiempo mija”.
Ahora en mi casa tenemos libros de arte, música y literatura y ha sido bellísimo compartirlos con mi hija en estos días. Al abrirlos le pregunto qué ve, qué entiende, qué detalles encuentra y sus respuestas son preciosas, su curiosidad infinita. ¿Qué libros tienen en casa?, ¿qué manuales, mapas o fotografías tienen guardados?, ¿qué temas nuevos y raros pueden aprender sus hijos? Y más importante, ¿cómo a través de estos documentos pueden sus hijos conocerlos a ustedes, a su familia o su historia?
Las gavetas y los closets. En Bellelli, las maestras hacíamos bromas sobre los closets, los llamábamos con cariño Narnia. Cada semana al ordenarlos encontrábamos un nuevo tesoro, un pompón perdido, un carrito mal parqueado o un preciado marcador negro.
Nuestras casas, tienen esos tesoros guardados en sus gavetas. Los cierres de los tuppers, la musicalidad de las ollas, los coloridos collares de mamá o las diferentes texturas de las medias son un universo por explorar. Sacar las cosas, sentirlas, jugar con ellas y organizarlas después es un placer para los niños. Cada objeto, una nueva historia que compartir, un recuerdo que visitar o algo nuevo que aprender.
La basura. A veces, con el afán de hacer a los niños felices o combatir el aburrimiento, optamos por comprarles cosas. Sin embargo, si algo he descubierto en mis años de atelierista, es que usualmente la caja donde viene el juguete es mucho más divertida que el propio juguete. Las cajas, las tapas de los refrescos, los envases de los alimentos, los tubos de cartón, son materiales perfectos para incentivar la imaginación y el espíritu científico. Así que antes de botar algo o enviarlo al reciclaje, les recomiendo:
En casa, ya sea en el cuarto de los chicos, en el garaje o donde gusten, pueden tener su propia despensa de material creativo reciclado. Entre más hermoso y organizado esté, más ganas le van a dar a los niños de jugar.
Es muy importante que el material esté MUY LIMPIO y SECO.
Revisar que no tenga filos, protuberancias ni esté herrumbrado.
Los proyectos creativos. En mi caso, la cuarentena ha cambiado nuestro sentido del tiempo y la inmediatez. Por eso, nos ha resultado más divertido y emocionante hacer proyectos que requieren largos procesos que actividades cortas. Estas últimas implicaban un desperdicio de material, un tiempo de concentración corto y una gratificación efímera.
Tanto en Bellelli como en mi casa, los proyectos nacen de algún juego o interés particular de los niños en el que primero planeamos, después ejecutamos. Duramos entre 1 ó 2 semanas en hacerlos y elaboramos varios de forma simultánea en que alternamos según el ánimo del día. Para explicar esto, les comparto uno de los proyectos que hice con mi hija en estos días.
Sara es una apasionada de los castillos, los unicornios y las princesas. Así que uno de sus proyectos se trataba de crear “un castillo enorme que llegue al techo”. Primero, ella hizo el dibujo de su castillo y juntas hicimos una lista de objetos, colores y materiales que necesitaba para armarlo. Del reciclaje, rescatamos unas cajas que ella pintó. Una vez secas, las decoró con dibujos y recortes. Finalmente, construyó su castillo y jugó con él. Duración del proyecto: 1 semana.
¿Qué les interesa a sus niños en este momento?, ¿cuáles son sus juegos favoritos?, ¿cómo esos juegos pueden transformarse en un proyecto creativo? Por ejemplo: si les encanta el futbol pueden hacer una cancha miniatura con jugadores, o si son los carritos construir una mega pista con tubos de cartón. Las posibilidades son infinitas, solo basta con escuchar a los niños y ser recursivos con lo que ya tenemos en casa. Es darle espacio a la creatividad y protagonismo de los niños.
La cocina
No soy chef, ni tampoco creo que cocino particularmente rico, pero amo cocinar. La experiencia de lavar los alimentos, cortarlos e imaginar combinaciones es un gran placer que comparto con mi hija. Al principio, en mi deseo por hacer algo especial con ella, me pasaba un largo rato viendo recetas en internet pero al final siempre termino descubriendo que requieren de un ingrediente que carezco en mi despensa (¿No les ha pasado?). Así que más que recetas especiales, hacemos juntas la comida del día: cocinamos pescado, pasta, ensalada, lo que sea que vayamos a comer. Ponemos la mesa, compartimos los alimentos y recogemos. La belleza está en la cotidianidad.
Lo extraordinario en lo simple
Quizás esta cuarentena nos reconecte con un sentido más profundo de la vida. Quizás logremos maravillarnos como los niños de lo cotidiano, de lo simple; con un enfoque menos consumista, más humano. Creo que sin duda, la educación también debería transformarse bajo ese entendimiento y con suerte, logremos salir de casa siendo una mejor versión de nosotros mismos.