Recuperar el prestigio de ser educadora

Por: Carolina García, Directora Bellelli Educación

Quiero hablarles de la profesión docente: varias de mis tías, mi abuela y abuelo fueron educadores. Para muchos de ellos fue un gran honor. Lamentablemente en mi generación y las siguientes, en muchos casos, ya no es un prestigio ni un honor. ¿Qué sucedió?

Sueño con el día en que en nuestro país, la profesión de educador sea tan valorada como los médicos, los abogados o los banqueros, incluso más importante que algunos de ellos, porque los educadores tienen una responsabilidad directa diaria con los niños y jóvenes y tiene un impacto directo en el ser o no buenos ciudadanos. Es una profesión que tiene el poder de transformar generaciones para trabajar por el bien común, porque se enfoca en las personas de manera integral.

A continuación una invitación a dialogar en torno a cuatro aspectos de este tema que les comento:

Respeto a la formación: para ser un educador(a) de calidad, muchos de nosotros hemos estudiado por cantidad de años en distintas universidades, con expertos en distintas áreas y con años de práctica que aportan a la formación profesional. Nos mantenemos en constante formación, como debería ser en todas las profesiones. Hay una diferencia evidente entre ser educador profesional y un cuidador: hay estudios y experiencias que sustentan los criterios en relación a la formación y al desarrollo de los niños.

Entonces, ¿por qué se tiende a juzgar o cuestionar el rol docente, pero no el del médico o el abogado?, ¿por qué como sociedad le dimos más valor a unos que a otros?, ¿por qué antes se creía tanto en los educadores y ahora no? Hoy en día, la sociedad nos ha enseñado que en educación, todos pueden opinar, eso nos pueda jugar una mala experiencia, porque el criterio especializado, hace la diferencia en la calidad, como en cualquier otra área.

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Importancia de capacitarse: como educadores, debemos continuar siempre en formación, no solo en temas pedagógicos, sino en muchos más: derechos humanos y derechos de los niños, política, sostenibilidad, artes, comunicación, innovación, desarrollo social y económico, entre otros. Anteriormente, había mucho tiempo para participar en espacios de encuentro en la ciudad con grandes pensadores y revolucionarios: tertulias, conversatorios, conversaciones intelectuales entre amigos, etc. Esos grupos actualmente existen también, pero es responsabilidad de los educadores estar en esa búsqueda constante de nuevas formas de seguir aprendiendo. Asimismo, debería ser un derecho de todos los educadores que en las instituciones que trabajen puedan tener opciones ricas y constantes de formación. Contar con equipos interdisciplinarios tiene también un gran valor, porque agrega puntos de vista distinta. Los buenos educadores deben tener sed por aprender, ahora el tiempo se nos queda corto, pero es necesario estar en esa actualización, es un derecho de los niños tener profesores de calidad.

Modelo de ciudadanía: una gran mayoría de niños y jóvenes actualmente pasan más tiempo (de sus horas despiertos) con sus maestros que con sus familias. Esto quiere decir que se convierten en modelos de ciudadanos, no solo en un salón de clases, sino en cómo respetan o no a las personas, al ambiente, cómo manejan sus emociones, qué decisiones ciudadanas toman en cuanto a la convivencia con los otros.

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Los maestros de antes tenían una posición de respeto importante ante las familias, los niños y la sociedad en general, se reconocía su trabajo en la formación de tantas personas. Parece que se valoraba más el impacto antes que ahora, de lo que puede lograr un educador o educadora en la vida de los niños. Con los más pequeños, los niños pueden crear vínculos muy fuertes con sus maestras, una conexión más emocional que les brinda seguridad para el resto de sus vidas. Es por esto que es tan importante que las personas que elijan esa profesión, sea por una responsabilidad superior, que quieran asumir en la formación y en la vida de tantos niños y jóvenes, desde la ética, el profesionalismo y los buenos valores humanos.

Las familias, padres y madres, son los responsables primeros en darle valor al rol de los educadores, porque de ese modelaje aprenden los niños. Agradecer el trabajo diario que hacen con y por sus hijos, mantener relaciones cordiales, de respeto mutuo y que comparten además una co-responsabilidad en la formación integral de los niños. La comunicación desde la empatía y no desde el juicio, debería ser la forma idónea de conectar en ambos sentidos, para vivir un proceso de calidad.

Formación universitaria: este es un aspecto muy alarmante porque la calidad y la exigencia se ha perdido muchísimo. La formación universitaria antes era mucho más exigente, los grandes profesores universitarios, muchos también investigadores, eran admirables. La formación universitaria actual requiere un cambio prácticamente total, el nivel de exigencia de los profesores es muy bajo, y el nivel de compromiso de muchos estudiantes también es muy bajo. Si queremos un cambio, debemos empezar ahí.

Para que esto sea posible, se necesita tanto la voluntad, el interés y el profesionalismo del educador y la respuesta de las otras personas de la sociedad: colegas, padres de familia y ciudadanos en general. El desarrollo de un país depende en gran parte del desarrollo humano de las personas y por lo tanto, depende en gran medida de los educadores. Si queremos educadores de calidad, debemos trabajar fuerte por ello, todos, desde el respeto.

"Necesitamos docentes intelectualmente curiosos, rebeldes a un acercamiento consumista del saber, personas que prefieran construir el saber junto con otros en vez de consumirlo." - Carla Rinaldi, Presidenta de la Fundación Reggio Children-Loris Malaguzzi