La escuela, el colegio y la universidad deberían parecerse más a la educación inicial

Grandes educadores, psicólogos, padres, madres de familia, defensores de la infancia, médicos, innovadores y revolucionarios han manifestado de distintas maneras lo importante que es la primera infancia. Lo más concreto de entender es que la educación inicial brinda los cimientos, las bases, los fundamentos para el resto de la vida, al igual que sucede con la estructura de una casa o de otro edificio. Esas bases tienen que ser muy sólidas, de muy alta calidad, muy entrelazadas, para que todo lo que esté arriba pueda colocarse con la estabilidad y seguridad necesarias. Si tenemos fuertes cimientos, que es cuando el 85% del desarrollo cerebral se da, tenemos una grandísima parte asegurada.

¿Qué está pasando actualmente en el mundo de la educación? Que debido a la competencia tan grande que existe, a los niños se les ha presionado a crecer más rápido de lo debido. Muchos adultos, sistemas  educativos o programas presionan para que los niños más antes, hagan más cosas. Este acelere deja sin duda grandes vacíos en el camino, cuando en realidad el tiempo lento del niño es necesario para afianzar aprendizajes y generar relaciones.

También sucede que ahora hay cada vez más información e investigaciones que sustentan el que ese no es el camino correcto, que deben hacerse muchos cambios en la educación. Hay una manera más sencilla de entender este dilema para actuar: preguntarse a sí mismos, ¿qué hacíamos nosotros en nuestra infancia antes de los 5 ó 6 años? JUGAR. Entonces, ¿qué deberían estar haciendo los niños hoy en día antes de los 5 ó 6 años? JUGAR también, simple y poderoso. Es la forma natural de aprender de los niños, por eso es un derecho universal. Mejor aún si es un juego con sus amigos y en la naturaleza.

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¿Por qué entonces la escuela, el colegio y la universidad debería parecerse más a la educación inicial? No hablamos del preescolar que infantiliza o academiza, claro, sino el que aprovecha al máximo la diversidad de capacidades de los niños, la que valora el aprender jugando y aprender haciendo. No el juego que inventa la maestra, sino el que nace de la creatividad de los niños, gracias a los ambientes ricos dentro y fuera de la escuela.

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Entonces, ¿por qué entonces la escuela, el colegio y la universidad debería parecerse más a la educación inicial? Porque en educación inicial no se aprende por materias, sino que se aprende todo interconectado, tiene significado y utilidad real lo que se aprende. Porque se valoran las relaciones humanas, la diversidad de edades y la expresión de emociones. Porque está más cercano a lo que se espera en la vida laboral que lo que se enseña en el colegio. Porque se viven los sentimientos plenamente, porque aprenden a respetarse unos a otros, porque el error es parte vital del proceso. Porque hay placer en el aprendizaje.


Les contamos todo esto, porque el cambio se empieza a sentir. En nuestro caso, las escuelas y universidades se nos acercan para aprender de nuestro trabajo. En realidad, los que nos enseñan son los niños: desde su asombro, su cuestionamiento, su expresividad, su interés por entender el mundo. Eso sí, importante que las personas o instituciones interesadas en hacer un cambio para parecerse más a la educación inicial, deben hacerlo de manera integral, no solo con lo más visible, o por ratitos, sino lo que en realidad es base: los cimientos. Para eso se requiere un cambio de mentalidad, incomodarse y cuestionarse profundamente sobre la imagen de infancia que tenemos y sus procesos de aprendizaje.

Vamos a profundizar en estas semanas en este tema desde la mirada de Mitchel Resnick (Lifelong Kindergarten), Francesco Tonucci (La Ciudad de los Niños) y Lillian Katz (Project Approach). Verán los puntos de conexión tan fuertes entre los tres y nos dará herramientas para compartir y generar una voz fuerte en defensa de la infancia.