Cuando decidimos contar con una política de puertas abiertas, sabíamos que era una decisión arriesgada, una posición de mucha vulnerabilidad y transparencia, pero no nos imaginábamos lo emocionante que sería tener a tantos abuelos presentes en nuestro día a día.
En Bellelli, no celebramos EL DÍA DE LOS ABUELOS, sino que todos los días les damos la bienvenida a abuelos y abuelas: unos que pueden pasar un ratito antes o después del trabajo, otros que están de visita en el país y deciden pasar la mañana con los chicos en Bellelli, otros que simplemente quieren ir a darle un beso a sus nietos y compartir un ratito con ellos.
Tenemos cientos de historias que contarles, desde los abuelitos que son voluntarios estrella en todas las actividades que hacemos para la comunidad, otros que vienen a cocinar, leer cuentos, jugar fut, sembrar, correr, pintar, entre otros. Lo importante es el tiempo de calidad que puedan compartir, que los niños se sienten felices de mostrarles un poquito de su vida con los amigos a sus abuelos y que las familias comparten con nosotros sus muchas formas de ver el mundo, en un ambiente de respeto y crecimiento para todos.
En esta época donde todo el mundo está corriendo, tener estos espacios de conexión auténtica, valen oro. Los abuelos se sienten escuchados, que pueden seguir aprendiendo y que pueden compartir sus enseñanzas con otros. Como comunidad educativa, todos ganamos si les abrimos las puertas a ellos, porque su experiencia es digna de compartir y porque los niños tienen mucho que enseñarnos también. Este aprendizaje intergeneracional nos enseña de empatía, compasión, respeto, y mucho más.