Una de las preguntas más frecuentas de los padres que conocen por primera vez escuelas transformadoras e innovadoras es: ¿qué pasa cuando entran a la primaria?, ¿estarán listos para "acomodarse" al sistema tradicional de primaria?, ¿van a pasar la prueba de admisión?, ¿es muy fuerte el cambio?, ¿cuánto es lo máximo que lo puedo dejar antes de entrar a la escuela?
Es bueno que se esté dando este fenómeno de cuestionamiento porque significa que estamos avanzando en el ámbito educativo. Sin embargo, la pregunta que los ciudadanos se deberían hacer es: ¿está lista la escuela para recibir o acoger a estos ciudadanos del mundo y sus familias?
Los niños son nuestro presente y nuestro futuro, son una generación de posibilidad que aprende de su entorno, a pesar de la escuela. Muchos centros infantiles se enfocan en preparar a los niños para la escuela solamente, para un modelo de enseñanza-aprendizaje ya obsoleto, pero que sigue con vida en muchas primarias y secundarias. En Bellelli, nuestra intención es preparar a los niños para la vida y para los miles de contextos de aprendizaje. Si nos enfocáramos en preparar a los niños solamente para la escuela, estaríamos limitando su capacidad en un alto porcentaje. Sin embargo, si lo que preocupa es si aprenden las letras, colores y números, eso es fácil y lo aprenden jugando, y la maestra acompaña el proceso. ¿Cómo se ve esto en la práctica?
- Currículo emergente vs. currículo establecido: la vida en sí es el mejor currículo de aprendizaje, y para cada ser humano implica caminos distintos. Si valoramos esas diferencias nos enfocaríamos más en escuelas con currículos emergentes, que nace de los intereses de los niños y no tanto en currículos preestablecidos que están en un libro de texto y que siguen ya un orden definido. El maestro por tanto se vuelve más en un investigador, acompañante y director de orquesta y no en una persona que dicta el contenido de un libro y espera respuestas iguales. Un currículo emergente dialoga con el contexto y potencia la indagación, la resolución de problemas, el trabajo en equipo, la creatividad, entre otras habilidades.
- Autorregulación vs. disciplina de control: si hablamos de preparar para la escuela, la autorregulación es una herramienta fundamental que los niños deben aprender no desde una disciplina de premio-castigo ni condicionamiento, sino desde el empoderamiento del niño en un marco de límites y respeto a sí mismos, los otros y el espacio. En esta misma línea, la autorregulación que se practica desde adentro del niño y es acompañada por un adulto que le brinde estrategias adecuadas, son claves para el resto de la vida. Es insostenible seguir con los premios y castigos para los estudiantes en las escuelas, porque éstos dependerían siempre de un adulto.
- Aprender jugando vs. juegos educativos: aunque mucho se habla del valor del juego en las escuelas, si preparamos a los niños para la vida nos debemos enfocar en su juego libre y no en enmascararlo con juguetes educativos poco retadores y con objetivos ya cerrados. La posibilidad de creación, de conocerse, de experimentar, de manejar su tiempo e interacciones en el juego libre tiene además de un aprendizaje muy complejo, un fuerte componente emocional de reconocimiento del ser y sus capacidades. Los juegos educativos buscan la entretención del niño y la introducción de contenidos académicos para prepararlos para la escuela, pero pocos permiten que el niño sea protagonista de su aprendizaje, ya que es muy controlado por el adulto y con respuestas ya esperadas. Los trabajos que van a tener estos niños requieren de una infinidad de destrezas que se aprenden jugando en la primera infancia: creatividad, negociación, resolución de problemas, entre otros que menciona el Foro Económico Mundial.
- Transdisciplinariedad vs. materias separadas: si preparamos para la escuela, los niños van a vivir su experiencia de aprendizaje en horas específicas de materias concretas para que el cambio no sea fuerte. Con la idea de preparar para la vida, a través de proyectos de investigación que conectan y requieren de varias especialidades, las maestras deben asegurarse que adquieren los conocimientos esperados para la edad y más, pero con un fuerte propósito y sentido para aprendizajes que perduren para siempre.
- Política de puertas abiertas vs. familias lo más lejos posible: si preparamos para la escuela, la mayoría de centros educativos prefieren tener a las familias fuera del contexto escolar por diversas razones; pero si preparamos para la vida, debemos reconocer que el núcleo familiar del niño es nuestro mejor aliado en la crianza y educación. Nos podemos apoyar en ver al niño de la manera más integral y en juntos lograr que cada ciudadano se desarrolle de la mejor manera posible. ¡Abramos las puertas a las familias y lograríamos generar un mayor impacto en la sociedad porque éstos se convierten en agentes de cambio y se le daría mucho más valor a la profesión de los educadores!
Preparar para la vida abraza no solo los aprendizajes cotidianos que se dan en las relaciones, sino también la incertidumbre, las emociones y la posibilidad. Todos los momentos significativos que vivimos en la infancia son la base emocional para nuestra vida futura, los hermosos pero también los duros. Una caída y aprender a levantarse a los 3 años es tan importante de vivirla como luego a los 30 tomar una decisión de dejar un trabajo y buscar nuevos rumbos, donde hay que volver a revivir lo que es levantarse y reconocer nuestro potencial. Si como adultos valoraramos más esos momentos, la escuela sería cada vez más humana y real y menos académica y estandarizada. Por tanto, los aprendizajes básicos para iniciar en la primaria se aprenden en lo cotidiano, pero no es lo central, sino la persona. Las mismas pruebas de admisión a las escuelas deberían eliminarse o ir cambiando a formatos mucho más inclusivos e innovadores, así cómo lo están haciendo las grandes universidades en el mundo.