Si usted tiene un hijo/a, nieto/a, sobrino/a, amigo/a o conocido/a entre 0 y 5 años, este artículo le interesa. Identifique a ese o esos niños que están en este rango de edad y sepa que mientras usted lee este artículo, ellos están desarrollando el 85% de la estructura cerebral que tendrán durante toda su vida. Así es, el 85% de lo que somos usted y yo hoy, se formó entre los 0 y los 5 años de edad; una cifra fascinante y que debe ser tomada con mucha seriedad y es por respeto a ese 85% que escribo estas líneas.
De acuerdo al First Five Years Fund (Fondo para los primeros cinco años), el cerebro humano realiza 700 conexiones (sinapsis) por segundo durante estos primeros años de vida. Es importante entender que las habilidades como la resolución de problemas, el pensamiento crítico, la perseverancia, la capacidad de establecer relaciones interpersonales, entre muchas otras se desarrollan durante la primera infancia, es decir, entre los 0 y los 6 años. Note que no menciono las letras, ni los números, ni la lectura, no porque no se puedan aprender sino porque no son las habilidades más importantes que desarrolla el cerebro de un niño.
Basado en esta información me pregunto las razones que nos han llevado a estar de acuerdo con que nuestros hijos sean parte de un sistema de educación infantil tradicional donde las prácticas exigen la memorización y no la comprensión, la competencia en lugar de la colaboración y la disciplina a base de miedo o premios en vez de la autorregulación. Un sistema educativo que limita el desarrollo de ese 85% del cerebro y que pone en riesgo las capacidades que estos niños vayan a ser capaces de desarrollar y transferir en su vida como adultos.
Ahora bien, digamos que usted conoce a una niña llamada Luisa de cuatro años. Luisa tiene unos padres amorosos, educados, que le dan todo lo mejor dentro de sus posibilidades y la protegen de cualquier sufrimiento. Sin embargo Luisa, a sus cuatro años, jamás ha enfrentado un problema que haya tenido que resolver por sí misma y así la niña cumplirá cinco, seis, siete y ocho años y en cada problema o situación Luisa tendrá un salvador, bien sea papá o mamá u otro adulto. Con el pasar de los años, Luisa tendrá exigencias impuestas por la sociedad y va a tener que resolver problemas, bien sea en la universidad o en el trabajo, pero como no estuvo expuesta a ellos su cerebro no formó las conexiones necesarias para hacerlo. Por lo tanto, Luisa perdió la oportunidad de establecer sinapsis para la resolución de problemas durante los años más fértiles de su cerebro. Este mismo ejemplo aplica para el pensamiento crítico, para las amistades, para la autorregulación y para todas las habilidades que verdaderamente importan en la niña de hoy y del futuro.
En pocas palabras, en el cerebro de un niño de 0 a 5 años se están desarrollando las habilidades que necesitarán en el presente y como adultos, pero el cerebro tiene que ser expuesto a dichas habilidades para poder adaptarse a ellas y practicarlas muchas veces.
¿Quiere decir esto que lo que no se aprende entre los 0 y los 5 no se aprende jamás? No necesariamente, el cerebro humano es capaz de muchas cosas, pero sí será más difícil porque no es una habilidad que se practicó desde la formación de este. Por ejemplo, todos hemos escuchado decir que los niños tienen mucha facilidad para aprender idiomas, esto no ocurre por osmosis, sino porque son cerebros blandos, que pueden moldearse casi de forma milagrosa y crear millones de sinapsis que son el aprendizaje mismo y de allí la importancia de saber qué es lo que realmente se debe enseñar, pero eso es otro artículo.
Karla Staton
Co-fundadora de Bellelli Educación