Si el atelier no es una clase de arte, ¿entonces qué es?

Por Valeria Rodríguez, atelierista Bellelli.

Creo que el atelier no es una clase de arte porque su corazón es otro. El espacio físico y metafórico late con el fin de transformar y eso es más complejo y profundo que una sesión técnica de pintura o nuevos medios. Pienso, que el fin último del atelier es transformar la experiencia educativa, transformar las dinámicas de apropiación y pertenencia de la comunidad educativa,  las formas de escuchar a los niños, de comprender los espacios de aprendizaje, transformar... siempre transformar.

Loris Malaguzzi, fundador de la filosofía educativa de Reggio Emilia, fue un visionario. Creo que si en un principio su intención de introducir el atelier era la de incorporar los lenguajes poéticos a la experiencia educativa, el alcance de esta idea es mucho más extenso. Considero que la verdadera función del atelier reside en conectar la cultura a la educación o la educación a la cultura -agentes fundamentales e indisolubles- para alcanzar un desarrollo sostenible. Binomio que en nuestro país sigue estando separado con sus respectivos ministerios y ministros, divisiones y departamentos, que resultan en insuficientes diálogos e intercambios. El atelier dentro de la filosofía reggiana busca articular la emoción a la razón, la libertad a la estructura, la práctica a la teoría, las formas de ser con el hacer. Busca conectar allí donde pareciera que a veces solo existe la diferencia.

 

Harold Gothson durante el congreso Infancia Siempre Poderosa (Colombia, 2017) nos invitaba a formularnos una pregunta de gran complejidad: ¿para qué educamos?

¿Para que los niños reciten de memoria los presidentes? ¿Para que hagan proyectos de pinterest? ¿Para que puedan multiplicar y restar? ¿O para formar personas comprometidos con su entorno, con el bienestar de los otros?.¿Personas creativas, capaces de resolver problemas, agentes de cambio?  ¿Personas sensibles, tolerantes, felices y completas? ¿Para qué?

Yo creo que para esto último, existe el atelier. Para que las necesidades culturales de la comunidad educativa vayan siempre de la mano del proyecto escolar. Para que los números y las letras no le ganen al aprecio por la belleza, a la escucha sensible de nuestras emociones, al respeto por el otro. Existe para tener un espacio en donde expresarse, construirse, para encontrar en el otro, un espejo donde reconocerse; para que cada uno encuentre el lenguaje y el lugar donde brillar en el mundo.

El arte puede existir sin belleza, pero el mundo no.
— Vea Vecchi